"Plantae", el reino vegetal
Cuando nos referimos a “reinos de la naturaleza” podemos definirlos basándonos en la Real Academia de la Lengua Española (RAE) como “cada una de las grandes subdivisiones en que se consideran distribuidos los seres naturales”. Si realizamos una definición más cercana a la biología la RAE nos habla de “categoría taxonómica que agrupa filos de organismos que comparten rasgos vitales básicos como moneras, protistas, hongos, plantas y animales”.
Para definirlo de una forma más sencilla diremos que los seres vivos pueden dividirse en cinco grandes reinos, nosotros vamos a referirnos al reino animal, vegetal, de las algas, de los hongos y de las bacterias, que coinciden en unas características comunes propias de ese reino (su composición celular, características morfológicas, el hábitat en el que viven, su nutrición, etc.).
El reino vegetal en el que nos vamos a adentrar en profundidad a lo largo de este recurso también puede denominarse “reino plantae” o reino de las plantas y cumple una función muy importante para el planeta, que es su aporte de oxígeno sin el cual la vida de los seres humanos no sería posible. Además, muchas plantas sirven de alimento por su gran aporte de nutrientes y en ocasiones son beneficiosas gracias a su uso medicinal. En el planeta existe una enorme biodiversidad, millones de especies de plantas engrosan un catálogo que supera las 300.000 especies conocidas y se tiene constancia de que existen muchas más aún por documentar.
Encontramos plantas en los diferentes ecosistemas del mundo sobreviviendo en algunos casos, en condiciones extremas, como el desierto o los polos, demostrando una enorme capacidad de adaptación al medio. Pese a esta adaptación sigue siendo importante avanzar en medidas que ayuden a combatir la crisis climática que estamos sufriendo, adoptando medidas para preservar y proteger las especies vegetales de nuestra flora, que cada vez incrementan en número la lista de especies en peligro de extinción.
En España, en el “Catálogo español de especies amenazadas” encontramos entre las especies en peligro de extinción algunos ejemplos como el trébol de cuatro hojas, el helecho de sombra o la margarita de lid.
Las plantas son organismos pluricelulares de forma que todas sus células se agrupan formando tejidos con células especializadas, así las células que encontramos en las raíces de las plantas están relacionadas con la función de absorción y crecimiento, las células que conforman los tejidos blandos de las plantas se encargan de la producción y el almacenamiento de los nutrientes y las células del tallo se especializan en cumplir una función de protección y anclaje de la planta.
Las plantas se benefician de la luz solar para realizar la fotosíntesis, proceso que define la Real Academia de la Lengua Española (RAE) como un “proceso metabólico específico de ciertas células de los organismos autótrofos, como las plantas verdes, por el que se sintetizan sustancias orgánicas gracias a la clorofila a partir de dióxido de carbono y agua, utilizando como fuente de energía la luz solar”. Este proceso químico que realizan las plantas permite que puedan elaborar su propio alimento y almacenarlo para alimentarse y garantizar su crecimiento y desarrollo. A estos organismos capaces de autoalimentarse se les denomina organismos autótrofos. Este proceso genera unas reacciones químicas gracias a la energía que captan de la luz solar capaces de descomponer el dióxido de carbono y el agua en moléculas de dióxido de carbono, oxígeno e hidrógeno (moléculas inorgánicas) para posteriormente, transformarlas en glucosa (moléculas orgánicas) que sirven de alimento para la planta y oxígeno (moléculas inorgánicas) que es liberado a la atmósfera.
Si tratáramos de describir la estructura y fisiología de una planta podríamos decir que estas están dotadas de una estructura que consta de tres partes: raíz, tallo y hojas.
La raíz de la planta es la encargada de fijar y anclar la planta al suelo y cumple con la función de absorción de nutrientes, agua y sales minerales del terreno. El tallo cumple la función de sujeción de la planta y transporte y almacenamiento de los nutrientes de forma que conduce la savia a las diferentes partes de la planta. Los tallos pueden ser de carácter blando y flexible como en las plantas herbáceas o de estructuras duras como en las plantas leñosas.
Las hojas constituyen el tercer elemento importante en la morfología de la planta y son las encargadas de realizar la fotosíntesis y la respiración que son las dos funciones fisiológicas más importantes de las plantas. Además, ayudan a regular la temperatura de la planta y en algunos casos almacenan agua en climas calurosos o sirven de protección cuando se trata de plantas espinosas.
Las hojas constan de diferentes estructuras: una parte plana denominada limbo que si la observamos desde la parte superior recibe el nombre de haz y si la observamos desde la parte posterior recibe el nombre de envés.
La hoja consta de un nervio central del que salen diferentes nervaduras que recorren el ancho de la hoja para facilitar la circulación de la savia de la planta. La parte que sujeta la hoja al tallo se denomina peciolo.
En cuanto a la CLASIFICACIÓN TAXONÓMICA SEGÚN EL HÁBITAT en el que se desarrollan podemos distinguir tres tipos de plantas: terrestres, acuáticas y aéreas.
Plantas terrestres: son las que se desarrollan sobre un substrato de tierra y por lo tanto se nutren de la materia orgánica, el agua y las sales minerales que este medio las proporciona. Dentro de las plantas terrestres podemos subdividirlas en dos categorías: plantas vasculares que son las plantas superiores que están dotadas de todas las estructuras morfológicas mencionadas (raíz, tallo y hojas) y plantas no vasculares que pueden carecer de estas estructuras que constituyen la red vascular de la planta, como las plantas briofitas, de tamaño pequeño que crecen en zonas húmedas como los musgos.
Plantas acuáticas: se desarrollan en el medio acuático en charcas, estanques, riberas de los ríos y lagos profundos. Estas plantas hidrófitas pueden presentarse flotando en el agua, semi-sumergidas o completamente sumergidas. Todas cumplen una función primordial en el ecosistema acuático en el que viven, así por ejemplo, las plantas acuáticas flotantes se encargan de oxigenar el agua, regulan su temperatura y mantienen las condiciones del medio para garantizar la supervivencia de otros seres vivos. Entre estas plantas flotantes podemos encontrar lechugas y lentejas de agua, la victoria regia, típica de la región del Amazonas y plantas con flor como el jacinto o el lirio de agua. Las plantas que se desarrollan en las riberas de los ríos actúan proporcionando sombra al medio acuático y las más típicas son los juncos aunque podemos encontrar otras más exóticas como el iris drainagon de origen japonés, el papiro usado en la antigüedad como papel o la planta paraguas (cyperus alternifolius). Las plantas semi-sumergidas suelen darse en aguas profundas y de forma que las raíces se asientan sobre la tierra pero las hojas y flores se mantienen en la superficie. Ayudan a mantener el agua limpia y libre de algas. La más conocida es el nenúfar por la belleza de sus flores y el tamaño de sus hojas, pero existen otras especies de ninfeas como el alba blanca con un gran cáliz de hojas blancas o la atracttion roja que suele avistarse en estanques por su gran resistencia y que posee una flor carmín muy vistosa.
Plantas aéreas: son aquellas plantas que no precisan mantener sus raíces bajo tierra sino que pueden estar expuestas en el aire y de ahí tomar la humedad y nutrientes que necesitan. Algunas utilizan como soporte para el desarrollo de la planta el tronco de un árbol, son las plantas denominadas epífitas. Existen otro tipo de plantas aéreas que utilizan las rocas para alojar sus raíces y son las denominadas plantas litófitas. Las plantas aéreas más conocidas son las tillandsias y las más resistentes son las de color gris como el "clavel del aire" capaz de absorber la humedad del ambiente, anclarse con sus pequeñas raíces a cualquier superficie y habitar en ecosistemas tan dispares como la selva, el desierto o los bosques. También son capaces de garantizar su propia reproducción gracias a semillas muy ligeras que dispersan en el aire. Algunas variedades de tillandsias como la plumilla rosada pueden producir flores de colores muy vivos.